Arquetipos tales como el viejo, el ermitaño, la princesa, el dragón, el loco, el pozo o la muerte, conforman el inconsciente colectivo. Los mitos en que dicho inconsciente se expresa son sueños públicos, de todos. Representan la expresión simbólica inmediata que adoptan las fuerzas vitales en el ser humano.
Cuando un relato logra ordenar correctamente estas imágenes primordiales se convierte en sabiduría popular. Su tema central es el héroe que abandona el universo familiar en dirección a lo desconocido, donde tras exponer el ego a los riesgos de la lucidez, logra regenerarse en contacto con las fuentes arcanas de la vida.
Viaje que habrá de ser de ida y vuelta, de muerte y renacimiento, ya que la única condición que se impone al héroe por alcanzar la beatitud es la de regresar a casa para enseñar a otros el camino.
Jasón, Ulises, Teseo o San Jorge; e incluso Jesús, Siddhartha o Sócrates son ejemplos de ese itinerario que todo ser humano debe recorrer si quiere disfrutar de una existencia auténtica. Quienes opten por un espacio seguro, amparado por las creencias y afectos de la tribu, pagarán su falta de arrojo con una vida desapasionada y triste.
Por muy importante que sea lo racional, cuentos, mitos y epopeyas siguen siendo herramientas imprescindibles para superar el nihilismo, coordenadas del mapa que conduce a la tierra prometida.
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