En pocas ocasiones un pueblo toma tanta conciencia de sí mismo como cuando le matan lo que ha creado a lo largo del tiempo, venden al mejor postor el fruto de su trabajo común, arrojan fríamente por la borda, a golpe de boletín, una parte significativa de su historia. Mota del Cuervo es desde el día 14 de Enero de 2014 un pueblo de luto, sumido en la rabia y la tristeza, tras haber conocido por las redes sociales que un organismo dependiente del Ministerio de economía y hacienda, el FROB, había liquidado y vendido de forma urgente, contra la voluntad mayoritaria de sus accionistas, su institución más preciada y señera:
Caja que era en primer lugar el motor
de la economía local, la que concedía préstamos en las mejores condiciones de
mercado, la que abastecía de créditos a las pequeñas empresas y particulares, la
que no cargaba comisiones a sus clientes por las operaciones que realizaban, en la que sus consejeros,
elegidos en asamblea, no cobraban ni un duro y donde los beneficios se
destinaban a obras sociales e infraestructuras para toda la comunidad. Pero la
caja significaba mucho más aún: el esfuerzo compartido de generaciones, la integración
de nuestras diferencias, el espacio donde más que clientes nos sentíamos
familia, donde disfrutábamos de la dignidad que concede no estar a las órdenes
de otros, servir a intereses ajenos. En la Caja , cooperativa de crédito, éramos
dueños de nuestros ahorros, sujetos económicos y no simples consumidores
financieros.
Tal vez por ello a lo largo de la
semana, de una forma espontánea cientos de vecinos, de distintas condiciones e
ideologías, jóvenes y ancianos, hombres y mujeres, nos hemos ido buscando unos a otros para
compartir el dolor y la rabia que sentimos por tan gran pérdida. Y de esos
encuentros ha surgido la determinación de organizarnos para defender nuestra
caja hasta el final, cueste lo que cueste. La determinación de no darnos por
vencidos a menos que lo exija un juez en
sentencia firme.
También es cierto que hay rostros en
los que puede leerse la derrota, la resignación, el a rey muerto rey
puesto, rostros temerosos de ofender al nuevo soberano: Globalcaja, ahora
señora de sus créditos.
Pero el espíritu con que nació y
vivió la Caja
rural comarcal durante sus más de 40 años sigue vivo entre nosotros, porque ese
espíritu no es otro que la identidad de un pueblo que prefiere la
asociación entre iguales antes que la dominación, el servilismo o la competencia. De ese
espíritu volvió a brotar ayer, 19 de
Enero de 2014, de forma espontánea, con la firma de cientos de asistentes, la
plataforma: QUEREMOS NUESTRA CAJA destinada
a cumplir cuatro objetivos:
1) Agotar las vías jurídicas frente
a la decisión del FROB, que tendrá que explicar ante los tribunales las razones
de su intervención, por las que ha utilizado el procedimiento de urgencia, por
las que ha optado por la venta frente a otras posibles soluciones, por las que
ha rechazado el plan de viabilidad ofrecido por el antiguo consejo rector y por
las que, si es tan insolvente e inviable como señala en su resolución puede
haber interesado a Globalcaja su adquisición por más de 1,2 millones de euros.
Las razones en suma por la que ha vendido nuestras acciones y liquidado nuestros
derechos societarios, empezando por el derecho a la defensa jurídica, al haber
impedido la constitución de un nuevo consejo rector que, tras la dimisión del
anterior, se hiciera cargo de dicha
defensa ante los tribunales.
2) Queremos saber, en clave interna, qué es lo
que ha pasado para llegar a esta situación, cómo se han gestionado nuestros ahorros
durante estos últimos cuatro años, qué se ha hecho mal para provocar el
presunto deterioro económico al que se refiere el banco de España, por qué se
ha actuado con tan poca transparencia y se han acumulado tantos riesgos.
3) Velar por la fundación Caja
rural, que representa el patrimonio acumulado de todos los socios a lo largo
del tiempo, nuestro capital social, y que no estamos dispuestos a entregar sin
resistencia a una entidad extraña.
4)
Queremos explorar en último lugar, y solo en el caso de que el resultado
de nuestra defensa resultara inútil, qué posibilidades existen para crear una
nueva entidad o estructura financiera de carácter cooperativo con los mismos principios y
valores que inspiraban la Caja
rural comarcal. Y llevar a ella todos
nuestros ahorros, préstamos, subsidios, nóminas y jubilaciones.
Globalcaja, que ha comprado una
entidad a sabiendas de que lo hacía
contra la voluntad expresa de sus antiguos propietarios, no debe salirse con la
suya y convertirnos en una mansa clientela. Quien ha sido antes señor no puede
admitir ser tratado ahora como criado en su propia casa.
La lucha será sin duda ardua,
probablemente larga y costosa, plagada de dificultades y resistencias, pero los
vecinos de Mota somos como juncos que se doblan pero jamás se quiebran. Como
pueblo nos han golpeado, como pueblo nos
defenderemos.
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