martes, 21 de febrero de 2012

TRES REPRESIONES DISTINTAS Y UN SOLO DIOS VERDADERO



 Valencia ¿Febrero de 1970 o de 2012? 

La brutalidad de las cargas policiales en Valencia contra la insurrección espontánea de un grupo de estudiantes, indignados por los recortes que amenazan su derecho a recibir una educación pública de calidad, guarda un paralelismo no forzado con la decisión de la Troika europea de secuestrar parte de la soberanía financiera de Grecia como condición para dar luz verde al segundo rescate y evitar la quiebra del país; así como con el abaratamiento del despido sancionado por la reforma laboral para que el trabajador se sienta inerme frente a las condiciones que le impone su empleador.  
Es el movimiento especulativo de los mercados quien vertebra en su lógica expansiva los tres fenómenos. Es idéntico el objetivo que se pretende: garantizar el cobro de los acreedores de deuda soberana a costa de derechos fundamentales de los ciudadanos; idéntico el carácter fuertemente coactivo de los medios utilizados para imponerlo;  e idéntica la forma de legitimar la coacción en base a la autoridad legal de los representantes del pueblo   –elegidos, por cierto, en virtud de la crisis provocada por la desrregulación de esos mismos mercados. Idéntica, por último, la estrategia mediática de culpabilizar a la víctima por la represión sufrida: su irresponsable nivel de vida, su actitud gamberra y provocadora, los elevados costes de su seguridad en el empleo.
La única diferencia apreciable es la modalidad de violencia infligida: en un caso física: si no obedeces te golpearé;  en el otro, económica: si no obedeces te bloquearé los créditos (que es tanto como hundirte más rápidamente en la miseria); y en el tercero, laboral: si no obedeces te despediré.
Se trata de tres indicios que nos recuerdan que algo fundamental está cambiando en la gestión política de nuestras sociedades; y que cuando hablamos de la dictadura de los mercados no estamos utilizando el término dictadura de forma alegórica o gratuita. No hay dictadura sin miseria y pérdida de derechos, y no hay dictadura sin violencia contra los que se rebelan contra la miseria y la pérdida de derechos. 
                                  Hemos despertado con dificultad de la falsa abundancia y con dificultad empezamos a despertar de la falsa libertad. La deriva autoritaria de los Estados europeos a fin de sofocar la rebeldía del cuerpo social contra las exigencias de los mercados será previsiblemente creciente y prolongada. Las nuevas elites no se andan con chiquitas.
        

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