martes, 4 de octubre de 2011

ABUELA


                          
      


                La muerte de mi abuela discurre entre mis cosas, se pliega entre mis libros, se esconde a veces en mi abrigo.


       I (siete meses antes)

Contemplo con dolor
tus piernas nacaradas,
tan tersas y delicadas
como las de una anciana niña.
Tus manecillas huesudas,
más vivas que tu alma,
arañando en la oscuridad
el amoroso sustento.
Te imagino aún
sentada en una de tus sillas
tejiendo con premura
un hondo precipicio,
escarbando en la aurora
irrecomponibles cristales
robados a la noche.
Mírame a lo lejos,
con cualquier intención,
desde tus ojillos pardos,
diques trasparentes
que apenas retienen ya
el caudaloso río
en tu mirada.



        II (cinco días antes)

Acariciará pronto la tierra
tu pelo blanco
de luna nueva y desnudo azahar,
festejando una primavera
que no será para nosotros.
Apenas eres ya
aquella a quien yo conocía,
que tu rostro es uno y el mismo
de todos los moribundos.
Salta pues,
ahora que eres todos y nadie,
al fondo de la noche.
Allí como al principio
te esperan unos brazos.



       III (un día después)

Fui a casa
y no estabas.
Te busqué en la aurora
y no estabas.
Pregunté a los niños,
al tendero ,
a las hambrientas palomas,
y no estabas.
Busqué en tu cama vacía,
en tu plato reservado en la mesa,
en la alacena junto a la fruta,
y no estabas.
Caminé por todas las calles,
por todos los otoños, por todos los silencios.
Repetí tus viejas costumbres.
Y no estabas.
Y no estabas.



      IV (tres meses después)

Ahora que la vigilia
me niega la dicha de tenerte,
ahora que el azul
te eleva sin tregua
como vapor súbito
a la proximidad de la luz,
busco itinerante
por las veredas del sueño,
único milagro verdadero,
el intermitente comienzo de tu voz.

                                                                  

2 comentarios:

  1. sencillamente enternecedor lleno de sentimiento....desconocía esta faceta tuya poetica enhorabuena.

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  2. Muy expresivo, transmite perfectamente el sentimiento. Puedo comprenderte sin esfuerzo, oír la historia como si me la contaran a la cara, en susurros... real. Eso es lo mejor que puede lograr un poema. Gran trabajo.

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