El sentido de la vida es una ley, dos fuerzas y siete círculos.
El primer círculo de mi identidad, de lo que yo soy, está formado por mi cuerpo, mi mente y mis emociones. El límite de mi yo está en la piel. Yo soy de mi piel para adentro. De mi piel para fuera están los otros, los que yo no soy, los de ahí afuera, tú, por ejemplo. Mi nombre es Feliciano y mi conciencia es individual.
El segundo círculo de mi identidad está formado también por mis allegados, aquellos que me quieren, que me protegen, que me apoyan. Mi pareja, mi familia y mis amigos principalmente. Son mi clan, mi manada. Mas allá están los desconocidos, los sin rostro, los que no son objeto de mi afecto inmediato. Mi nombre es Mayorga Tarriño y mi conciencia familiar.
El tercer círculo, ya mucho más amplio, incluye en el ámbito espacial a los de mi ciudad, mis paisanos, mis compatriotas; en el ámbito ideológico a los que piensan como yo, a los que comparten mis sentimientos y creencias, mis costumbres y tradiciones, mis afines; o en el ámbito corporal, a los que tienen mis mismas inclinaciones sexuales o mi mismo género. Más allá están los diferentes, los rivales, los homosexuales, las mujeres, los extranjeros. Mi nombre es Varón Moteño Libertario Español. Mi conciencia es masculina, heterosexual y nacional.
El cuarto círculo de lo que soy está integrado por Europa, su cultura y sus tradiciones y en cierto modo también Estados Unidos y Australia, que son su prolongación geográfica. Nosotros somos los ricos, los del norte, los civilizados, los demócratas. Más allá está el sur, los pobres, los inmigrantes, los bárbaros, los marginales. Mi nombre es Europa y mi conciencia occidental.
El quinto círculo de mi identidad está formado por todos los seres humanos, los que están lejos y los que están cerca, los que murieron y los que aún no han nacido. La Humanidad es mi patria, soy un ciudadano del mundo y la diversidad me enriquece. Sigue, sin embargo, existiendo el no-yo: lo exterior, lo inferior, lo irracional, lo inconsciente: Me refiero a los animales, las plantas, la vida en general y un poco el cuerpo que no soy sino que tengo. Mi nombre es ser humano y mi conciencia global.
El sexto círculo abarca al planeta entero. La tierra es mi hogar, mi cuerpo extendido; los seres humanos, mis semejantes; los animales y las plantas, mis hermanos pequeños. Más allá está el espacio vacío, los desiertos siderales, los agujeros negros, tal vez los extraterrestres. Mi nombre es planeta azul, mi conciencia planetaria.
El séptimo círculo de mi identidad es la galaxia, la vía láctea, el universo, el ser. Soy lo que es, lo que fue y lo que será. Mi identidad no tiene límites ni fronteras. Mi nombre es Universo, Yahvé, Jehová, Alá, Buda, Dios, conciencia cósmica.
Siete círculos y dos fuerzas: el temor que nos contrae y el amor que nos ensancha.
Sólo falta la ley que rige el desarrollo:
Cuanto menor sea el número de esferas que la mente es capaz de comprender mayor será la ignorancia; cuanto menor sea el número de esferas que el corazón pueda reconocer como propias mayor será la tristeza. En eso consiste el pecado.
Cuanto mayor sea el número de esferas que la mente es capaz de atravesar mayor será la sabiduría; cuanto mayor sea el número de esferas que el corazón es capaz de amar, sentir como suyas, mayor será la dicha. En eso consiste la santidad.
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