martes, 18 de junio de 2013

INOPORTUNOS FALLECIMIENTOS





Ahora resulta que la culpa de la creciente miseria que se cierne como un funesto buitre sobre nosotros no la tienen los políticos corruptos,  que consienten unas reglas del juego diseñadas por y para las minorías, que se lucran impúdicos a costa del erario público, ni la camada de especuladores financieros que parasitan la sangre del cuerpo social hasta desecarlo.
No, la culpa ya tiene autores y un motivo concreto a juicio de D. José de la Cavada, responsable del Departamento de Relaciones Laborales de la CEOE. Es obra de los indolentes asalariados que prolongan injustificadamente el duelo por sus seres queridos, que abusan de las lágrimas en detrimento de la productividad, que tardan en recomponer su corazón por la muerte cercana sin atender a las exigencias de la fábrica, la escuela, el taller o la mina, que utilizan la defunción de sus hermanos, hijos, padres y parientes como astuta coartada para escaquearse del trabajo.
Si solo se tratara del juicio anecdótico y desafortunado de un infame personaje con antecedentes de maltrato a sus subordinados, no tendría mayor importancia. Lo terrible es la revelación de una verdad áspera que una inmensa parte de la ciudadanía se sigue negando a reconocer. Verdad según la cual bajo la fantasía liberal de un modelo concertado de relaciones laborales, un contrato entre iguales, late la siniestra realidad de la esclavitud encubierta. En el sistema capitalista, en todas y cada una de sus versiones, el trabajador no ha sido jamás considerado una persona, un ser con vida propia, libertad, aspiraciones o sentimientos legítimos, sino tan solo un útil sometido a ritmos crecientes de producción y consumo, un coste productivo que ha de ser domesticado y abaratado en favor de los beneficios empresariales.
Un indicio más que revela sin subterfugios el sentido último del momento presente: la irrupción sin complejos de una elite global dispuesta a negar la humanidad a la inmensa mayoría de la población. El estatuto de los trabajadores, ese pobre blindaje de la dignidad obrera está a punto de ser dinamitado, relegado al desván de la historia junto a la sanidad y educación públicas, las pensiones o las prestaciones sociales. En su lugar se establecerá solemnemente un único artículo: "queda terminantemente prohibido para todo trabajador por cuenta ajena enfermar, cuidar de su familia, ser instruido, pensar, descansar, rebelarse, asociarse, envejecer, llorar o morir. En caso de fallecimiento de un allegado éste se producirá necesariamente en horario festivo o vacaciones, quedando obligado el doliente a compensar a la empresa por los daños derivados de su tristeza y decaimiento emocional."

lunes, 15 de abril de 2013

HABLANDO CLARO SOBRE LOS ESCRACHES



           Vamos a dejarnos de gilipolleces –perdón por la expresión– pero la histeria del tea party en torno al tema de los escraches ha acabado colmando mi paciencia. Si a mí me echan de mi casa, y lo que es peor, a mis hijos, una entidad cuyo razón de ser es la especulación financiera, y mis representantes, en vez de socorrerme, se ponen del lado de quienes me desahucian, me voy a vivir debajo de su casa, vuvucela en mano, y les destrozo los oídos hasta que entren en razón.
Y que no me hablen de coacciones, ni de intimidaciones, ni de presiones. ¡Qué sensibles se vuelven cuando son mínimamente perjudicados esa panda de políticos serviles, lacayos de una minoría pudiente, que no necesita gritarles ni señalarles públicamente para doblegar su voluntad, resultando bastante más persuasivas las prebendas y regalos en la sombra!
Y yo pobre padre de familia, que no tengo dinero ni influencia, ni recursos para pagar la tasas de Gallardón, no me queda más poder ciudadano que el de dar por culo a quien me ha jodido, a quien me desprecia y ningunea, a quien me niega y me viola con sus hechos. ¿Sus hijos?, ¿Y los míos? Ni eso me produciría resquemor, que se enteren ya desde pequeños los hijos de quienes nos gobiernan que tienen unos padres indecentes y despiadados, capaces de consentir el sufrimiento de sus compañeros de cole sin que eso les reste fervor en la misa del domingo por la mañana.
¿Que son los métodos que los nazis empleaban con los judíos? Pero cómo se puede ser tan cínicos para confundir un acto de víctimas desesperadas con las estrategias que utilizaban verdugos genocidas. Yo diría más bien, dándole la vuelta al argumento, que los escraches son las técnicas de legítima defensa que los judíos debían haber empleado contra los dirigentes nazis para evitar el holocausto mientras todavía era posible. 

viernes, 22 de marzo de 2013

ACABAR CON LOS ACTUALES AGENTES ECONÓMICOS: EMPRESARIOS, OBREROS Y FUNCIONARIOS



Hay un tópico entre las gentes de izquierda según el cuál la figura del empresario representa a un codicioso explotador sediento de beneficio, una miserable sanguijuela que exprime sin piedad a los obreros bajo su cargo, mientras que el asalariado es una  pobre víctima repleta de dignidad a la que aquél priva de sus derechos legítimos, y de una gran parte de la riqueza que  produce con incalculable sudor.
 El tópico contrario es sostenido por la derecha, para quien el empresario, al que eufemísticamente llama emprendedor,  es poco menos que un héroe social que arriesga su dinero y compromete su tranquilidad a fin de generar riqueza y puestos de trabajo. A su lado el trabajador es un ser temeroso y comodón que no para de reclamar derechos y más derechos, que escatima el esfuerzo si no está bajo vigilancia y cuyo único objetivo es vivir seguro a sus expensas.
Pues bien, ambos tópicos contienen por desgracia gran parte de verdad, sobre todo en sus aspectos negativos, entre otras cosas porque se trata de roles complementarios: no hay empresarios sin asalariados y viceversa, ambas  figuras son secretamente cómplices. El empresario codicioso y el trabajador acomodaticio son dos caras, igualmente patéticas y despreciables, de la misma moneda. Mi propuesta sería prohibir ambas por ley, aunque me llevara por delante el día del trabajo –lástima siendo mi cumpleaños– y el día de san Botín, instituyendo un solo tipo de agente económico, el de autónomo, si se trata de una sola persona, y el de socio cooperativo si son varias. 
De ese modo quien quiera emprender una actividad económica no podrá beneficiarse del esfuerzo de un tercero, al que cosifica excluyendo de la gestión de su actividad y de los beneficios que ésta procura en el mercado; y quien quiere tener un empleo digno tendrá que asumir el riesgo financiero que comporta, las cargas de gestionarlo y la pericia de hacerlo viable, renunciando al confort del sueldecillo seguro a fin de mes y de la calma chica cuando llega a  casa. Fin de la codicia y la ambición, fin de la pereza y el miedo.
Esta es mi particular versión de cómo acabar con la lucha de clases sin derramamiento de sangre: vincular trabajo y capital, esfuerzo y riesgo, producción y gestión en la misma clase, en la misma persona y en el mismo agente. El objetivo de la patronal y de los sindicatos según este punto de vista no debiera ser otro que estudiar el modo de disolverse y desaparecer, abolir la condición de patrón y obrero en vez de fortalecerlas mutuamente.
Por último quiero denostar la tercera figura de nuestro conglomerado jurídico laboral, el funcionario, al que aseguraría una base salarial mínima que garantice la independencia de su función, pero cuya estabilidad  y satisfacción salarial condicionaría al cumplimiento de objetivos asignados y a la evaluación permanente de la ciudadanía. Un servidor público no puede estar blindado de por vida al control de los ciudadanos a los que sirve. Y lo digo yo que soy funcionario.
Basta pues de vivir a costa del Estado, del trabajador o de la empresa. Una nueva economía exige una red de trabajadores públicos y productores autónomos, nutridos por una gran banca social, que cooperan entre sí desde la igualdad, capaces de invertir con eficiencia los ahorros de las familias y de asumir honradamente el esfuerzo y riesgo que conlleva.    

domingo, 3 de marzo de 2013

Itaca, cooperativa integral, un sueño en marcha.




No es una cooperativa integral, sino un vivero de utopía donde semilleros de ideales crecen en suelo propicio.
 No somos simples desencantados  de una sociedad que agoniza entre violentos estertores de miseria, somos anónimos héroes que combaten por sueños radicalmente hermosos.
 No es el fin socorrernos mutuamente ni mejorar nuestro nivel de ingresos; es más bien elevar la vida nuestro reto, dar la mayor densidad posible a nuestro gozo.
 Nuestro motor no es el afán de acumular dinero, es el amor que franquea fronteras a fuerza de abundancia.
 No son un negocio nuestros bancales, sino altares en los que  celebramos la fidelidad a la tierra, fecunda por la luz, el agua y el trabajo.
No son los estatutos nuestra ley, expresión torpe  de una verdad primera, sino una ancestral proclama que exige respeto y cuidado para todos. 
No son nuestras fiestas viejas tradiciones de dioses hace mucho perecidos, ni huérfanos paseos por las vastas superficies del consumo. Nuestra fiesta es más bien la primavera, el rito sagrado donde la vida celebra su anual cortejo, cuando  las abejas y las flores, el viento y la amapola, la abubilla y la mañana  enloquecen de gozo en presencia de un pueblo que camina.
No somos súbditos de ningún gobierno, ni endeudados clientes que producen para tramposos amos, somos ciudadanos de un mundo que alborea, y que desde el centro de la asamblea se abre paso.

martes, 19 de febrero de 2013

Aurelia y el bombero





¿Quién es Aurelia Rey? Aurelia no es una anciana menuda de ochenta y cinco años, inquilina en la Coruña, con una humilde pensión de 356 euros, que iba a ser desahuciada por impago de dos meses de alquiler. Aurelia es el rostro frágil de todos los que sufren, de todos los pobres, de todos los parados, de todos los excluidos, de todos los enfermos, de todos los que registran cada noche la basura a pie de contenedor. 


¿Quién es el bombero desconocido? Nunca o no solo el que se negó a colaborar con el cruel destacamento, el que se puso de parte del tallo y no del hacha, el que prefirió ser expedientado a cómplice, el que entendió que su lugar estaba junto al pueblo y no contra él. 
Es el poder del tornado que arranca lo podrido,  la rabia purificadora de la indignación, la amorosa fuerza que mueve montañas, la fe que resucita difuntos, la generosidad que burla todo cálculo, la voz de un nuevo comienzo, la sabia que alienta la vida, el horno que cuece el pan común, el corazón en el que juntos podemos, el gesto que desahucia la impotencia, el único modo en que todavía, en un mundo de ignominia, es posible deletrear la dignidad.

domingo, 17 de febrero de 2013

¡SÍ SE PUEDE! Se empieza a ver la luz al final del tunel



El pueblo ha vencido el último pulso entre el 1% y el 99%  de la población. Admitir a trámite la iniciativa legislativa popular contra los desahucios es un éxito histórico de las clases populares, y esto aunque fuera finalmente rechazada, ya que por vez primera la mayoría consciente ha logrado atravesar las puertas del parlamento, sede de su soberanía usurpada por el 1%.
La ineficaz e injusta gestión de la crisis, la insensibilidad hacia el sufrimiento de las víctimas de desahucios, algunas de las cuales prefieren darse muerte antes que verse fuera de sus hogares, en contraste con la cínica benevolencia que se exhibe hacia sus acreedores bancarios, está llevando a los dos grandes partidos, los que administran las instituciones en beneficio de la minoría,  a una crisis sin precedentes en sus expectativas de voto –entre PP.PSOE no llegarían ni al 40% del censo electoral si se celebraran hoy las elecciones.
Y esto es un hecho terrible y a la vez esperanzador. Donde arrecia el peligro crece lo que nos salva, decía Hölderlin. La miseria creciente de la población junto a la corrupción generalizada de todas las instituciones del estado: monarquía, gobierno, órganos judiciales, partidos políticos, está generando la más profunda crisis de legitimación del sistema democrático desde la transición, abriendo las puertas a un modelo político y económico inédito.
Es el momento del gran cambio, no un cambio de partido sino un cambio de sistema, no un cambio de jugadores sino un cambio en las reglas del juego. Pero no para acabar con la política ni con los partidos, pues no existe otro modo de autogobernarse  46 millones de ciudadanos. El reto es garantizar jurídicamente, al más alto nivel, el control efectivo de las instituciones por parte de la ciudadanía. Lo que exige establecer mecanismos de participación directa y democratizar los partidos, convertidos en estructuras jerarquizadas, corruptas y opacas, sin capacidad de atender la satisfacción de las necesidades colectivas.
La movilización de stop desahucios nos da la clave de la estrategia más eficaz de resistencia y construcción social de la que disponemos, señala uno de los talones de Aquiles del sistema: la movilización popular organizada en torno a unas cuantas propuestas claras y justas, es decir la iniciativa legislativa popular. Iniciativas que hacen visibles la voluntad de la mayoría y desenmascaran la subordinación del gobierno a los poderes fácticos. Los partidos son puestos por ellas en la texitura de mostrar de qué parte están, a quién representan en realidad.
De entre las iniciativas legislativas posibles que habría que llevar a cabo de forma inminente destacaría una: aquella  conformada por un  conjunto de medidas que alcancen el eje de flotación del sistema, haciéndolo oscilar desde un modelo oligárquico como el actual, hecho por y para lo ricos, hacia uno de democracia participativa. Hablo de mecanismos tales como listas abiertas, cambio de la ley electoral, derecho a revocar al gobierno con un número de peticiones, obligación de admitir a trámite una iniciativa legislativa popular, tipificar como delito el incumplimiento grave del programa electoral, prohibición de las donaciones privadas a los partidos, etc. Esta propuesta legislativa, revolucionaria en el mejor sentido de la palabra, debería ser promovida, en aras del consenso, por una plataforma horizontal sin adscripción política y sindical y a la que todas las fuerzas, grupos, asociaciones y ciudadanos independientes se pudieran añadir si lo desean.
Se acerca el tiempo propicio, ya que los grandes partidos, ayunos de apoyo, y cada vez más odiados por los ciudadanos, que empezamos lentamente a despertar de nuestra condición de súbditos, no querrán destacar ante la opinión pública por el rechazo a iniciativas tan numerosamente respaldadas.  Eso hará que se sometan por propio interés a las mismas o verán alzarse nuevos partidos que las apoyen. 
          Dicho esto, opino que no bastará con la iniciativa popular ni con toda la movilización para transformar el sistema. Es condición necesaria pero no suficiente. No podemos renunciar al arma más poderosa de que disponemos para lograr una democracia real de forma pacífica: el sufragio universal -si el PP o el viejo PSOE volvieran a ganar las elecciones nuestro esfuerzo habría sido tan solo un brindis al sol. Solo en las urnas se puede iniciar un proceso constituyente con garantías de éxito. 
         Pero basta ya de reflexión, hartos de malas noticias alcemos, al menos por un día, nuestras copas para celebrar la primera gran victoria. 

sábado, 26 de enero de 2013

Sobre-cojo, sobre-suelto, sobre-sueldo.



El escándalo de los sobre–cogedores, que confirma la inquietante existencia de una siniestra confabulación, que vincula de forma organizada y sostenida –durante nada menos que 20 años–, al poder económico y al poder político, pone de manifiesto, con obscena evidencia, lo que los ciudadanos más atentos nunca han dejado de intuir bajo los diferentes gobiernos: que bajo la pulcra epidermis de los rituales democráticos se esconde una abyecta y nauseabunda plutocracia, un gobierno de los ricos, de los pudientes, de los acaudalados, que manejan a su antojo las riendas del país en turbio contubernio con los grandes partidos.
Atrevámonos pues a enfrentar la realidad con valentía, realicemos la biopsia política a las células de la Gürtel, clones de la antigua Filesa, aunque solo sea para constatar con dolor el insalvable abismo entre representantes y representados -mejor morir lúcido que vivir gilipollas ¿Quién puñetas manda aquí?¿Componen el sujeto soberano los 46 millones de ciudadanos corrientes, esos que cada día se dejan el pellejo en la oficina, la zanja, la escuela, el asfalto, la mina, la cadena de montaje o las filas del INEM, para que el mundo siga luciendo cada día? ¡Nooooooooooooooooooooo! –perdón por esta prolongación descontrolada de la “o”, que debe ser la deformación que produce el wsap en mis neuronas.
 El auténtico soberano, el rostro pérfido bajo el disfraz democrático es una mafia de alevosos canallas trajeados, que controlan simultáneamente los grandes emporios productivos, el capital financiero y las instituciones políticas –dentro de poco también los servicios públicos. Un sórdido pijo–club formado por patéticos snoopys gangosos, estrafalarios bigotes,  incompetentes economistas, evasores fiscales, taimados tesoreros,  empresarios tramposos, abogados chupa pollas –caras–, ingenieros financieros, magnates mediáticos,  banqueros exprimidores, ostentosos señoritingos y jueces soplagaitas.
 Una plaga de  sociópatas capaces de imponer un estado de excepción política y de emergencia económica, mientras ellos,  ensimismados en su burbuja social exclusiva, más admirada que denostada por aquellos que la padecen, se revuelcan en el orgiástico lodo del caviar ruso, de las suntuosas mansiones baleáricas, de los apartamentos en Manhattan, de los flamantes deportivos descapotables, de la flotilla de lujosos yates a todo confort, con los que escapan al hedor de la chusma, amortizados con oscuras cuentas en paraísos fiscales.
Nuestro sudor común, el esfuerzo de nuestros padres y la desesperación laboral de nuestros hijos, puestos al servicio de una vida plana, cínica, estéril y estúpida, de felicidad blanca en  nariz, diamantes tallados en ketchup y dulces folleteos con putas de alto standing, eso sí, todo servido y brindado en honor de las grandes palabras, esas que pronuncian con ruidoso sarcasmo entre erupto y erupto de Vega Sicilia: Dios, trabajo, patria y familia, justo esas por las que un pueblo dócil e incauto les concedió no hace mucho la mayoría absoluta.
                                      

viernes, 4 de enero de 2013

EL ANTIHUMANISMO DE RAJOY



               El discurso de Rajoy tras el primer año de legislatura, reiterando con solemne cinismo alguno de los tópicos urdidos por sus asesores para justificar su ignominioso gobierno, a saber, el de que los recortes que están propiciando el desmantelamiento del estado de bienestar y sumiendo en el desamparo a buena parte de la población son un producto inexorable de las circunstancias -cuya premisa perenne es la herencia recibida-, y que cualquier otra respuesta alternativa hubiera sido peor, supone nada menos que certificar una vez más, por parte de un mandatario europeo, el fin de la política, es decir, de aquella actividad pública nacida en Atenas hace 2500 años, destinada a resolver de manera justa y eficaz los problemas comunes.
Asumir en directo y ante las cámaras, que no podemos hacer otra cosa que sufrir con resignación las veleidades de los mercados y sus agentes, que somos fatales rehenes de estructuras de carácter mercantil que escapan al poder del demos, del pueblo soberano, las cuales se autorregularían de forma automática como las selvas o los mares,  y de las que depende nuestra supervivencia como sociedad, más que un gesto de gallardía política, más que un desprecio a la naturaleza de la democracia, que lo es, constituye un ataque a lo que desde la Ilustración se ha considerado el sentido mismo de lo humano, la base filosófica de nuestra dignidad como especie y, correlativamente, el núcleo duro de lo que puede denominarse, con orgullo, Europa. Me refiero a la creencia en el poder de hombres y mujeres, como agentes libres, para dirigir, tanto en su vida personal como colectiva, su propio destino.
La radical y sistemática puesta en cuestión de este relato fundacional de Occidente, denominado humanismo, `puede precipitar en el abismo de la barbarie -de la que la tecnocracia, el gobierno de los expertos, no es precisamente su expresión más benévola- a los ciudadanos europeos. Lo que prueba que el riesgo que  estamos asumiendo en esta crisis es aún más grave de lo que pudiera parecer a simple vista. No estamos hablando de izquierdas o derechas, de neoliberalismo o de keynesianismo, sino de si sigue teniendo significado en palabras de Rajoy –y de aquellos a quienes  sostiene y representa– la palabra “humano”. 

lunes, 24 de diciembre de 2012

LA FANTASÍA DE UN VARÓN: “FELICIANO CAPULLO, QUEREMOS UN HIJO TUYO”.




Ocurrió mientras tomaba unas copas a altas horas de la madrugada. Había en el local una mujer bellísima de ojos negros, penetrantes,  apenas inocentes, en los que se advertía un instinto de juego poco común, una innata capacidad para el goce. Ademanes delicadamente femeninos que la convertían en una mujer de esas cuya cercanía se anticipa con más miedo aún que deseo. Pero estaba junto a otro, era de otro.
La fantasía de que ella pudiera entregarse a él -ya fuera en calidad de novio, marido, amante o ligue- de que quizás horas más tarde consintiera abandonarse al deseo voraz de aquel intruso, ofrecerse desnuda a sus manos ansiosas, obteniendo en ello un placer intenso y a la vez ajeno a mi persona, me golpeó con tal violencia, que sentí cómo un dolor amargo y áspero me zahería de pronto el costado, una envidia inmisericorde mordisqueaba mi alma en carne viva.
Comprendí hasta qué punto es intolerable que alguna mujer bella pueda no ser mía, la dulzura contenida en el sueño islámico de ser el único jeque de un inmenso harén en el que todas las formas de sensualidad femenina estuvieran a mi alcance, y donde las más hermosas hembras de la especie se entregaran a mí sin yo pedírselo, por un impulso irrefrenable hacia lo que yo soy y represento.
Necesitaba escapar del local a toda prisa, las copas se me habían revuelto en el estómago al comprobar que era sexual y afectivamente prescindible para la práctica totalidad del género femenino, cuyas atractivas componentes se mostraban capaces de gozar -aunque parezca increíble- sin que yo fuera la causa directa de ese gozo, como si no existiera. 
              Hasta que acudió en mi ayuda un ángel, sí, un invisible ángel azul venido desde el fondo más vital de mi inconsciente, que me susurró al oído una alternativa que no había considerado hasta la fecha: la posibilidad de que ellas, esos seres mágicos que codiciaba hasta la amargura, no lograran entregarse a otro de forma auténtica y cabal,  de que en algún momento del encuentro amoroso se darían cuenta de que una falta sutil impedía la plenitud anhelada, de que aquello tan solo formaba parte de un camino, de una búsqueda cuyo objetivo y centro último era yo.



 "De ilusión también se vive" 
                              
                Feliz año 2013

miércoles, 12 de diciembre de 2012

12/ 12/ 2012 CANTO AL UNIVERSO




           Quiero ser tan brillante como tú, sol,  para que cuanto me circunda resplandezca en mí con su belleza única.

Quiero ser tan sencillo como tú, cristal, para dejar pasar a través de mí el aspecto verdadero de las cosas.

Quiero ser tan cálido como tú, fuego, para que nadie junto a mí pase frío.

Quiero ser tan fértil como tú, tierra, para que sobre mí arraigue y florezca lo que está vivo.

Quiero ser tan sutil como tú, aire, para elevar puentes de amor entre la luz y los colores, la música y el oído.
      
Quiero ser tan abundante como tú, océano, para que nada se vuelva en mí escaso o mezquino.

Quiero ser tan poderoso como tú, huracán, para arrancar a mi paso hasta las injusticias de raíces más viejas.

Quiero ser tan tierno como tú, beso, para convertir cuanto soy en  caricia.

         Quiero ser tan mágico como tú, mujer, para que 
ni la más leve  hierba deje en su sencillez de asombrarme.                                 

lunes, 10 de diciembre de 2012

Diccionario de un neurótico



 A mis compañeros de Valdivielso, con quienes compartí un trecho en el fascinante  viaje a la autenticidad. Al menos ellos sabían que estaban locos.
                              
  • Falsa generosidad: me encanta que disfrutes, pero solo a condición de que lo hagas  conmigo.
  • Pudor y sed de contacto: Me enloquece tocarte con la voz,  pero no puedo abrazarte sin el terror de quien salta al vacío.
  • Voracidad culpable: Cuando por fin logro disolverme en la eterna ubre del placer, el miedo y la culpa me recuerdan quien soy, agriando por un momento su leche blanca.
  • Temeridad: Estoy tan estúpidamente seguro de que todo cuanto vive desea pertenecerme, que dejo a la intemperie, a merced de cualquier ladrón,  cuanto amo.
  • Vanidad: Solo estoy seguro de existir en el precario resplandor de la risa, el aplauso y la mirada ajena.
  • Dependencia: Bailarás bajo el poder irresistible de mi canto, pero yo seré un servil esclavo de tu oído.
  • Culpa: Nunca me dije con reproche: "¡Cómo fuiste capaz!", sino "¡Cómo serás capaz!". Puesto que la culpa es el peaje del alma a lo prohibido, prefiero pagar por adelantado. Así lo que resta es puro gozo.
  • Charlatanería: Desde que dejé de succionar no he parado de hablar, buscando en vano en la palabra aquella sensación de leche cálida. 
  • Hedonismo: Jamás he podido sufrir más de veinte minutos seguidos, mi alma tiene una piel tan delicada como el cutis de un niño. 
  • Soledad: Estar solo es la angustiosa pausa de un glotón antes de volver a atiborrarse de los otros.
  • Impaciencia: El infierno es esperar en una cola o la promesa firme de  tu pantalón ceñido.
  • Activismo: La inacción es otra forma de decir hastío. 
  • Narcisismo: No puedo dejar de preguntarme ante la visión de multitudes anónimas cómo tal número de seres pueden llegar a existir sin conocerme.
  • Rivalidad: Mi avidez de atención es más vasta aún que el cielo estrellado, pero no competiré por el centro salvo que haya mujeres entre el público.
  • Mesianismo: El mundo sin mí perecerá.
  • El perseguidor: Mi lengua es de seda hasta que tu resistencia la convierte en látigo.
  • Intolerancia a la frustración: La rabia es el rostro cruel de mi apetito insaciable.
  • Intelectualismo: Mi cerebro surca  con celo depredador el amplio cielo tras arrojar al corazón por la borda.
  • Descorporalización: A veces pienso que bajo mi cabeza hay algo que se desplaza, hace pis y bosteza.
  • Envidia: La forma más punzante de dolor es observar a una mujer hermosa entregada a otro hombre, no ser absolutamente preferido.
  • Esquizofrenia sexual: No puedo amarte y desearte al mismo tiempo. He de elegir forzosamente entre la puta y la virgen, entre lujuria y sensiblería. Y tú te me escapas siempre entre ambos extremos.
  • Despersonalización del prójimo: Nunca olvidaré tu cara pero con dificultad recordaré tu nombre.
                                             

viernes, 9 de noviembre de 2012

UNA PROPUESTA PARA FRENAR LOS DESHAUCIOS



                                                 I
Aparte de las intervenciones puntuales que se vienen realizando en cada barrio para frenar los desahucios, estimo que ha llegado el momento de que la ciudadanía legisle directamente a gran escala sobre el particular. Estos serían en mi opinión los pasos a seguir:
                
1)                          Convocar una asamblea urgente a la que asistan todos los colectivos sociales que se oponen a la práctica del desahucio: sindicatos, asociaciones, jueces, partidos, movimientos, ciudadanos independientes, etc.
2)                          Establecer de forma consensuada un conjunto de medidas justas y eficaces para poner fin a este drama: dación en pago, moratoria a las personas que no puedan pagar por carecer de recursos, obligación de ofrecer en régimen de alquiler asequible las viviendas hipotecadas a las familias, etc.
3)                          Enviar a todos los bancos con sede en el territorio nacional un comunicado con la orden cívica que los conmina a implementarlas, así como la consecuencias que se derivarían de su incumplimiento, concediéndoles el plazo máximo de un mes para que notifiquen su disposición al respecto.
4)                          Dar la máxima difusión a una lista pública con los bancos que no están dispuestos a respetar las medidas aprobadas  y de los grupos políticos que no están dispuestos a convertirlas en ley. 
5)                          Proceder a partir del día convenido al desahucio de dichas entidades financieras y de los grupos políticos que les sirven de cobertura: sacar de ellos nuestros ahorros, nuestras nóminas,  nuestras prestaciones por desempleo, nuestras pensiones, nuestras hipotecas sin riesgo, nuestros impuestos y nuestros votos y llevémoslos a aquéllos que se comprometan de manera fehaciente a respetar las medidas aprobadas. A partir de un número crítico de fondos retirados los bancos rebeldes cederán  por propio interés. 

                                               II
 LOS UNOS Y LOS OTROS, ESPECULADORES Y MORADORES.

Para unos la vivienda es un frío valor mercantil, un bien inmobiliario que puede cuantificarse en unidades de euro; para otros es una prolongación del cuerpo, un nido, una madre.
 Para unos la humana necesidad de cobijo, el no poder resistir a la intemperie es una segura oportunidad para lucrarse, la expectativa de un pingüe beneficio; para otros es tan solo una razón para estar juntos, la aspiración de fundar un hogar donde  existir sin inclemencias cuando llega la noche.  
 Para unos toda casa tiene precio; para otros, solo valor.
  Para unos la vivienda es un agregado de materiales inertes cuya venta genera plusvalías; para otros es una delicada piel que nos envuelve en otoño, cuando la lluvia golpea a través del cristal.
Para unos la casa es un inmueble susceptible de ser  intercambiado, tasado, vendido, hipotecado; para otros es un jeroglífico de besos firmados,   de aromas con patente, de risas con autor.
 Para unos las casas son de cemento, solo tienen cuerpo; para otros son construcciones de luz y de palabra, disponen de memoria, gozan de intimidad.
Desahuciar a una persona es para unos compensar una deuda, cumplir una amenaza; para otros, desollarla viva, como arrojar el cuerpo de un niño en el áspero invierno, abandonarla a su suerte, violar su humanidad.

                         
 En homenaje a Amaya, que cuando salió por última vez de su casa encontró que solo había vacío.
















                          


















                           

jueves, 25 de octubre de 2012

La peligrosa distracción del independentismo


El órdago soberanista planteado por el Presidente de la Generalitat, Artur Mas, con el apoyo de buena parte de la sociedad catalana, al gobierno español, ha añadido una enorme dosis de inquietud a un panorama ya suficientemente sombrío por el efecto de los recortes. Sin entrar a valorar la  legitimidad de la pretensión independentista ni su viabilidad –me considero defensor de un modelo de federalismo solidario–, no puedo sino censurar su lamentable inoportunidad.

1.- Distrae la atención del verdadero conflicto que la crisis plantea, que no es el del autogobierno nacional sino el del autogobierno social, es decir, el de si el Estado  ha de servir al interés de los ciudadanos o al de los mercados, y no el de cuántos Estados sería justo constituir. La primera cuestión es políticamente más esencial que la segunda y creo ser honesto al afirmar que preferiría ser un ciudadano con derechos y protecciones  plenas en un estado extranjero que desempleado y súbdito en el propio.

2.- La urgencia de las reivindicaciones soberanistas solo podría estar justificada cuando la parte presuntamente ocupada estuviera en grave inferioridad de derechos, libertades y prosperidad respecto a la parte ocupante. Si tenemos en cuenta que la renta per capita en Cataluña en el 2011 fue de 27,300 euros frente a la media nacional cifrada en 23,271, y a los 16.149 de Extremadura, surge la sospecha de que la verdadera motivación de la urgencia no sea la romántica sublevación de la colonia contra la metrópoli,  sino el desnudo interés económico: el deseo de la parte rica de reducir su contribución a la parte pobre. 


3.- El debate identitario hace que el conflicto vertical entre élites financieras y ciudadanos oprimidos se soslaye en beneficio del choque horizontal entre catalanes pobres y españoles pobres, que la indignación por las injusticias sociales se sublime en odio patriótico, que la transformación social se sustituya por la confrontación nacional, que la lucha contra el desmantelamiento del estado de bienestar se convierte en agria disputa entre las víctimas de dicho desmantelamiento.

4.- La rivalidad nacionalista, lejos de debilitar a los gobiernos conservadores que la provocan, tanto de España como de Cataluña, responsables de los recortes y rehenes de los mercados, les dará cohesión y legitimidad. Dada la visceralidad  que involucra este tipo de conflictos, todos, ciudadanos de izquierdas y derechas, cerraremos previsiblemente filas en torno a nuestros respectivos comandantes en jefe, sea Rajoy o Artur Mas. Nuestra procedencia será más importante que nuestra condición. De este modo los efectos devastadores de las políticas neoliberales dejarán de ocasionar el merecido desgaste a sus gestores -esa ha sido precisamente la astuta estrategia de Artur Mas.  

5.- El conflicto nacionalista, por su propia naturaleza no puede ser dirimido por medio de un referéndum de autodeterminación, ya que tendría que ser deslindado previamente cuál es el ámbito en el que éste debe realizarse, Cataluña o España. ¿Corresponde el título de pueblo soberano al territorio que reclama la secesión o al que se considera con potestad para otorgarla? Dilema irresoluble en términos estrictamente democráticos -la democracia confiere legitimidad a la mayoría de las respuestas, pero no establece quién, el todo o la parte que quiere ser el todo, tiene legítimamente derecho a la pregunta-, por lo que corre el riesgo de desembocar en un estallido de violencia. 

     6.- Es ingenuo pensar, y éste es tan solo un argumento pragmático, que el nacionalismo español cederá pacíficamente, en términos económicos o policiales, a una declaración unilateral de independencia por parte del nacionalismo catalán. No olvidemos que lo que define a un estado en último término, como indicó Max Weber, es el monopolio de la fuerza; que será probablemente utilizada con firme convicción, si llega el caso, al amparo de la constitución de 1978, provocando una herida que costará décadas restañar. Y Artur Mas lo sabe, o debería saberlo. Lo que lo convierte en un necio o un irresponsable o ambas cosas a la vez.
   

jueves, 18 de octubre de 2012

Idiocracia, Rajoy y la mayoría silenciosa




A pesar del revuelo que en los ámbitos de la izquierda más comprometida produjeron las palabras de Rajoy, ensalzando a la mayoría silenciosa tras el 25 S, será mi intención defender en este artículo, sin que sirva de precedente, la incuestionable verdad que contenía la intervención del Presidente del gobierno.

Primera premisa: Se están efectuando severos recortes en pilares básicos del estado de bienestar, como la sanidad y la educación, cuyo impacto se deja sentir, bien que de manera desigual, sobre el conjunto de la ciudadanía, aproximándose el número de parados a los seis millones, al tiempo que las condiciones de quienes trabajan han empeorado ostensiblemente como consecuencia de la reforma laboral.

Segunda premisa: La magnitud del fraude fiscal en España, según el Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda, asciende a 90.000 millones de euros anuales,  de los que el 72% corresponde a grandes empresas y  patrimonios. Si dicho fraude se hubiera reducido tan solo a la mitad, los anteriores recortes  no hubieran sido necesarios. De donde se desprende matemáticamente que el interés lucrativo del 1% de la población tiene prioridad, para los sucesivos gobiernos, sobre las necesidades básicas del 99% restante.

 Respuesta del pueblo soberano: Votar por mayoría absoluta a un partido de ideología neoliberal -receloso de lo público y defensor a ultranza de un mercado descontrolado. Las huelgas convocadas para oponerse después a sus lesivas disposiciones apenas han sido secundadas por un 50%, y las manifestaciones rara vez han logrado superar el millón de participantes. Si la parálisis hubiera afectado al 80% del aparato productivo o tan solo cinco millones de personas –de los cuarenta y siete censados– hubieran salido a la calle en una sola ocasión, el gobierno se habría visto obligado probablemente a modificar su programa de reformas.

Conclusión: La culpa del progresivo desmantelamiento del estado de bienestar no la tienen los banqueros, que velan celosamente por sus intereses; ni los políticos, que administran los intereses de aquéllos; ni los antidisturbios, que amoratan las costillas de los manifestantes; ni la ley electoral, promulgada para impedir una alternativa al bipartidismo; ni los sindicatos, instituidos para garantizar una relativa desigualdad a cambio de una relativa seguridad.
No, la culpa es del PUEBLO que lo refrenda y consiente, de esa mayoría silenciosa de la que habla Rajoy, que prefiere quedarse en casa antes que salir a defender sus mermados derechos,  que se abstiene de hacer huelga antes que perder el salario de un día,  que se culpa a sí misma de la crisis antes que a la usura de los especuladores financieros, que se solaza con programas de cotilleo antes que informarse de forma veraz, que se guía por los sermones de la conferencia episcopal antes que por los dictados de su propia conciencia, que sostiene con fervor los mecanismos que la oprimen antes que reivindicar su amenazada libertad, que sigue dócilmente las consignas de charlatanes mediáticos antes que atreverse a pensar por sí misma, que apuesta cobardemente a lo malo conocido antes que a lo bueno por conocer. 
Mas la responsabilidad de tan generalizada minoría de edad no es una incapacidad congénita de nuestro intelecto, como reconociera Kant hace ya más de dos siglos, sino la pereza culpable por la que decidimos renunciar a nuestra autonomía personal y al honrado esfuerzo de defender y conquistar nuestra dignidad cada día.
 Despertemos de una vez de los mitos, empezando por aquél según el cual nuestro régimen de gobierno es una democracia, un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. En el estado español, y tal vez en todos los estados conocidos, el número de los súbditos supera con creces al de los ciudadanos. El sufragio universal, que legitima numéricamente nuestra dominación, habría sido abolido a la fuerza hace años si existiera el mínimo riesgo de que los ciudadanos pudiéramos llegar a ser mayoría.
Llamemos pues a las cosas por su nombre y disminuirá el nivel de nuestra frustración. Vivimos en una plutocracia, un gobierno de los ricos, por los ricos y para los ricos, cuyo reverso y colaborador necesario es una idiocracia, un gobierno de los necios, de los esquiroles, de los serviles, de los cobardes, de los perezosos, de los idiotas. ¿Sería eso lo que quería decir Rajoy al referirse a la mayoría silenciosa?

jueves, 27 de septiembre de 2012

TOMATEAR EL CONGRESO



 
La decisión del alcalde de Buñol de cobrar cinco euros a los turistas que asistan masivamente a la tomatina, televisada en el noticiario del mediodía unos instantes después de los altercados del 25 S, ha suscitado en mí un proyecto insurreccional de largo alcance que paso a exponer:
Diré como base política previa a la exposición de la técnica defensiva  que intento promover, que lejos de una visión roussoniana del mundo, según la cual el ser humano es bondadoso por naturaleza, desde hace  tiempo estoy convencido de que la libertad no puede subsistir sin el uso organizado de la fuerza. Por desgracia sospecho que siempre habrá una minoría que pretenderá ejercer  dominación sobre sus semejantes, sea por codicia,  vanidad o cualquier otro motivo. Amarga certeza que me ha llevado a respetar escrupulosamente a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, a los que juzgo, frente a posiciones anarquistas,  como ejecutores de una misión antipática pero socialmente necesaria: la de velar, a mamporrazos proporcionados,  por  nuestros derechos y libertades.
Lo que nunca pude imaginar es que esa minoría pudiente, de cuya codicia debían protegernos, lograría controlar, mediante sutiles mecanismos financieros, las altas instituciones del Estado en perjuicio de los ciudadanos corrientes –aunque buena parte de éstos, por interés, manipulación, temor o ignorancia, sigan creyéndose representados.
La neutralidad de policía y guardia civil, subordinada a autoridades civiles y no militares, que constituye el éxito indiscutible de la transición, suscita en este momento, por las circunstancias señaladas, una terrible paradoja: las fuerzas del orden, al obedecer a un gobierno secuestrado por los mercados, acaban convirtiéndose, tal vez a su pesar, en fuerzas represivas, que lejos de garantizar nuestras libertades apuntalan nuestro sometimiento, que lejos de defender la democracia impiden su rescate, que lejos de servir al pueblo soberano colaboran de forma  leal en su tiranía. Pero ¿qué tiene que ver esto con la tomatina?
Si estas convicciones son ciertas, el problema no solo es de índole política sino táctica, estratégica ¿Cómo pueden ciudadanos inermes enfrentarse a cuerpos armados de una forma efectiva y  pacífica, cuando estimen que limitan de un modo abusivo sus acciones de protesta, sin generar lesiones ni incurrir en dolosas consecuencias penales? La solución está en un arma química ancestral conocida como Solanum lycopersicum: el tomate.
Una multitud indignada, cada uno de cuyos miembros fuera provisto de un cestillo de tomates, podría enfrentarse con éxito a un pelotón de antidisturbios.  La infantería de lanzadores de esta jugosa baya bañaría en pocos segundos en caldo rojo los cristalinos cascos de sus oponentes armados, impidiendo su visibilidad y ralentizando sus cargas a ritmo de cine cómico, por el riesgo de resbalar en una superficie gigante de pisto manchego.
Tal vez no se conseguirían tras el primer mojete  los objetivos políticos previstos, pero el terapéutico disfrute de los asistentes estaría asegurado, los indignados podríamos al menos descargar nuestra ira y no venirnos a casa humillados y cabizbajos por las cargas policiales. La dimensión de la mancha roja permitiría determinar aproximadamente el número de participantes de forma más certera que la empleada por la delegación del gobierno.
Todos serían ventajas. Las propiedades químicas de esta autóctona herramienta bélica impiden que se generen suciedades estables en las paredes de los edificios y se retira con relativa comodidad del asfalto. Los tomates no tienen punta ni dureza, son armas blandas, casi lánguidas, que se despanzurrarían generosamente contra la pétrea consistencia de los cascos, porras, perros, caballos y escudos de los antidisturbios. Además de representar, por su esfericidad, la sociedad perfecta, y por su color rojo, al noble movimiento obrero. Nadie podría acusarnos de militarizar las revueltas, al no ser un general sino un chef quien comandaría la resistencia tomatada.
Con el afán punitivo que lo caracteriza, el PP y su ministro Gallardón  modificarían a buen seguro en el próximo consejo de ministros el código penal, ajustando las penas al grado de madurez del tomate. Los tomates verdes solo deberían usarse en caso de extrema necesidad, por ejemplo frente al lanzamiento de pelotas de goma de similares dimensiones o ante personalidades de mollera dura, como Cospedal, Esperanza Aguirre o José Ignacio Wert, que repelerían el impacto.
Sé que no soy original en mi planteamiento ni creo estar pervirtiendo la naturaleza esencial de esta hortaliza. No debemos olvidar que además del interés gastronómico, el tomate ha tenido siempre una función sociopolítica fundamental. No por casualidad cuando los actores representaban mal la comedia eran tomateados sin piedad por el público, que se erigía de ese modo en verdadero pueblo soberano.
Si unimos todas las piezas con el 25 S ¿Por qué no asistir masivamente, siguiendo esa venerable tradición arrojadiza, al congreso de los diputados a proyectar una tonelada de tomates      –pochos– contra esos pésimos actores que nos gobiernan? Por menos de los cinco euros que nos quiere cobrar el alcalde de Buñol les mostraríamos de forma ácida nuestra repulsa. Compañeros indignados, enfrentemos la dominación con el residuo carnoso de un gazpacho andaluz.